Trabajar en una empresa como
Compartamos es una gran oportunidad, pues siempre está llena de retos que me
ayudan a crecer espiritual y profesionalmente. Recuerdo cuando ingresé hace
años como promotor, fui atrapado por la transparencia y Mística de la
Institución, algo que impacto de tal forma en mí, que no hay día en el que no
agradezca por haber recibido esta oportunidad, en donde la mejor forma de
corresponder, es el compromiso constante con mis labores.
Teniendo en cuenta lo anterior, el compromiso me ha llevado a comprender, que
la mejor forma de mejorar como persona, es ir superando los retos que se me
presentan y dejar de estancarme en zonas de confort. Cabe mencionar que en el
trabajo del día a día, se van a presentar obstáculos, problemas, fricciones, y
una serie de pruebas que a final de cuentas, son nuevas oportunidades para
crecer.
Una de las lecciones que me
ayudaron a crecer fue en mi primer año como gerente, pues en los puestos que
había ocupado anteriormente, siempre había destacado, me había acostumbrado a
ser reconocido por el cumplimiento de metas; sin embargo, al convertirme en
gerente, mi responsabilidad fue el crecimiento en clientes, algo que durante el
primer periodo la brecha de incumplimiento se hizo más grande de lo que debería
y al cierre del año -aunque la brecha se redujo- no eran los resultados
esperados.
En aquél momento, cometí el error
de pensar que sólo con las “ganas” de llegar a la meta sería suficiente, sin
tomar en cuenta que mi equipo de trabajo debía comprometerse con el proyecto,
algo que de no ser por la retroalimentación que recibí, los resultados no
hubieran mejorado.
Comencé a darme cuenta de este
error, cuando los indicadores de la
oficina comenzaron a empeorar, pese a los esfuerzos y estrategias que emprendía
a diario con mis colaboradores. Y a pesar de que mi gerente regional ya me
había comentado sobre la situación, fue hasta que toqué fondo cuando comprendí
que no podía continuar así, que yo solo no iba a lograr los resultados, que con
la pura exigencia no llegaríamos a ningún lado; así que cambié mi estrategia y
me puse a integrar al equipo mediante actividades sociales, deportivas,
voluntariados y sobretodo el diálogo “uno a uno”, en concreto, buscamos darle
una identidad propia al equipo para generar un compromiso fuerte con el trabajo
y gracias a Dios, lo logramos.
La realidad es que para conocer el
éxito, necesitamos en algún momento experimentar el fracaso, pero no para
quedarnos estancados, sino para ser la diferencia con nuestro compromiso,
debemos motivarnos a salir adelante, a aprender de los errores, para así
emprender nuevas acciones que propicien buenos resultados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario