En 1970, Walter Mischel, psicólogo y profesor de Stanford,
hizo un experimento estudiando la capacidad de autocontrol en niños de 4 años.
La prueba consistía en ofrecer a cada pequeño la elección entre comer un
malvavisco inmediatamente, o esperar 15 minutos y tener dos malvaviscos. ¿Cuál
fue el resultado?
Por: Mariel Cabanas
Los resultados de esta prueba se
reflejaron años después cuando aquellos niños que controlaron su impulso, obtuvieron
mejores resultados académicos en la adolescencia, además parecían contar con
mayor facilidad para el manejo del estrés y mejor adaptación social.
Por otra parte Kathleen M. Ginis,
doctora y profesora de McMaster, establece que el ser humano tiene una dósis
finita de voluntad al día; y asegura que al agotarla en alguna actividad
específica, es mucho más probable caer en alguna tentación; es decir, tras un
día pesado de trabajo, es más probable que cenemos una hamburguesa en lugar de
una ensalada.
Muchos científicos señalan que la
falta de voluntad, en muchas ocasiones no se debe a la falta de motivación,
sino al mal aprovechamiento y distribución de nuestras reservas de autocontrol,
lo que nos lleva a abandonar nuestras metas.
Daniel Kahneman, psicólogo y
catedrático de Princeton, en su libro “Thinking
Fast and Slow” describe la forma del pensamiento bajo dos modos de
operación, el Sistema 1 (S1), que es
rápido, opera automáticamente, con muy poco o sin esfuerzo y sin noción de
control voluntario; y el Sistema 2 (S2),
que maneja las actividades que demandan un proceso mental complejo, asociando a
éste, la concentración y toma de decisiones.
Manifiesta que tanto el autocontrol
como el esfuerzo cognitivo son formas de trabajo mental asociadas al S2. Las
personas, añade, que tienen una alta demanda cognitiva al realizar una tarea y
simultáneamente son forzadas a decidir, están más inclinadas a tomar la
decisión que requiere menor esfuerzo, por ejemplo, si tratas de memorizar un
número de teléfono, al mismo tiempo que debes elegir entre un pastel o una fruta,
la evidencia científica sugiere que tienes más probabilidades de elegir el
pastel, ya que el S1 (impulsivo, automático, y sin control voluntario) se
adueña de la situación, mientras el S2 está muy ocupado memorizando números. Su
conclusión es contundente: el autocontrol requiere atención y esfuerzo.
Roy F. Baumeister, en su libro “Willpower: Rediscovering the Greatest Human
Strength” confirma estas teorías diciendo que cuando una persona está mucho
tiempo controlando un impulso (como no bostezar), se enfrenta a un periodo de
agotamiento de voluntad, momento más peligroso del autocontrol, pues es cuando
las personas comen sin control o gastan el dinero en cosas innecesarias.
En general, quien logra un mayor
autocontrol, supera mejor los eventos críticos de la vida, maneja con mayor
habilidad el estrés y puede enfrentar fuertes jornadas de estudio o trabajo, convirtiéndose
en una persona con mayor potencial de aprendizaje y crecimiento.
Por otra parte, hay investigaciones donde
se da a conocer que todos tenemos formas de incrementar y fortalecer nuestra
voluntad.
Kurt Gray, de la Universidad de North
Carolina, habla de los “superhéroes” de nuestro mundo y asocia sus
“super-poderes” a reservas extremadamente altas de voluntad y autocontrol. Por
ejemplo: La Madre Teresa se sometió a extremas condiciones de pobreza
atendiendo a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, y Gandhi aguantó largos
periodos de ayuno en la búsqueda pacífica de la liberación de su país, ¿eran
ellos diferentes a nosotros?, -¡no!-, pero sí contaban con una voluntad
desarrollada.
En conclusión, si queremos fortalecer
la voluntad debemos:
·
- Tener bien definido el “¿Por qué lo hago?”
- Practicar la caridad y las buenas obras
- Evitar situaciones en las que ponemos en riesgo nuestra capacidad de autocontrol
- Realizar pequeños esfuerzos de voluntad, obteniendo mayor potencia para enfrentar tentaciones y lograr retos mayores
Siguenos en Twitter @Serviazgo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario