jueves, 2 de enero de 2014

No es más fuerte el que nunca cae, sino el que siempre se levanta


Inicia el 2014 y como es tradición, ya elaboraste tu lista de propósitos y sueños a cumplir para este año. Seguramente ya acudiste a ver gimnasios, comenzaste a ahorrar para irte de vacaciones, juraste solemnemente dejar de fumar… Sin embargo, ¿cuántos de estos propósitos serán abandonados antes de llegar a mitad de año?.

Y no es que tus propósitos sean imposibles de cumplir, sólo que a veces hace falta un poco de ese combustible conocido como “voluntad”.


La voluntad es la capacidad consciente que posee el ser humano para realizar algo con intención, a pesar de las adversidades que vienen con la vida, de las dificultades presentes a diario, de los contratiempos muy personales y los variantes estados de ánimo.

En muchas ocasiones algo que iniciamos con gusto y entusiasmo, al poco tiempo se convierte en un agobio ya sea por su dificultad o por aburrimiento. Allí es cuando la voluntad toma un rol decisivo, ya que esta nos ayudará a continuar y vencer el desafío cuando sea necesario e importante.

Wilma Rudolph, una joven norteamericana de 20 años, participó en la carrera de 100 metros en las Olimpiadas de Roma en 1960 y rompió el récord mundial femenino con un tiempo de 11 seg. Lo más sorprendente es que padeció escarlatina, neumonía doble y quedó paralítica. Durante dos años usó silla de ruedas y durante cinco muletas. Se esforzó tanto, en durísimas sesiones de recuperación, que consiguió no sólo correr como las otras niñas, sino convertirse en la quinta mujer (en la historia de los juegos Olímpicos), en ganar los 100 y 200 metros en las mismas Olimpiadas.

Lograrlo le exigió librar incontables luchas compuestas de miles de pequeños sacrificios adicionales que, progresivamente la llevaron a concluir su meta. El avance de un milímetro le daba la posibilidad de avanzar otros dos; una diminuta capacidad adquirida despertaba otra, por supuesto después de muchos intentos y fracasos. Es así como un deseo fuerte y apasionado consigue realmente una victoria alta y grande.

Actualmente muchas personas no cumplen sus metas porque no quieren. Y no porque les falte capacidad, sino porque tienen una voluntad aletargada. Pues el “querer” hacer las cosas es con decisión y no sólo con palabras.

Con voluntad, el hombre capaz de llevar a la práctica un propósito o acción. Pero si la voluntad no se ejecuta, las buenas ideas no sirven. La voluntad necesita ser educada; no se alcanza porque sí, sino gracias a la lucha de cosas pequeñas, una y otra vez. La mejor manera de fortalecerla es a través de orden, constancia y disciplina.

¿Cómo puedo formar y ejercitar mi voluntad?

1.    Crea buenos hábitos.
2.    Establece prioridades: siéntate y piensa sobre tus prioridades. Luego haz una lista de ellas en orden de relevancia. Esto te ayudará a cumplir metas, y a empezar y terminar a tiempo algún trabajo.
3.    Se consciente de que un bien mayor exigirá siempre renunciar a otros bienes.
4.    Renuncia a la satisfacción que produce lo urgente.
5.    Haz pequeños vencimientos.
6.    Haz las cosas que no dan ganas, con la mayor prontitud.
7.    Haz primero las tareas difíciles.
8.    Actua con decisión, sin dejar para mañana lo que se puedes hacer hoy.
9.    Se constante: “Obra comenzada, obra terminada”
10.Y sobre todo ten presente la frase: “Véncete; domínate, no te dejes llevar”.

Una voluntad cultivada es fuerte, es el escudo que nos protege de los vicios, las dependencias, la perdida de la dignidad, las malas costumbres y hasta de lo inmoral.

La disciplina es el mejor amigo del hombre, porque ella le lleva a realizar los anhelos más profundos de su corazón. (Madre Teresa De Calcuta)

Síguenos en Twitter @Serviazgo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario